Berlín.La caída: 1945

Antony Beevor,
Berlín.La caída: 1945
Barcelona, Crítica, 2005
554 páginas

Abril de 1945. Las tropas soviéticas acechan Berlín desde la margen oriental del río Oder, las estadounidenses han llegado a Magdeburgo y se detienen a las orillas del Elba por decisión de Eisenhower.

El asalto se inicia el 16 de abril. El mariscal Zhukov dirige el ataque desde el centro del frente, al norte esperan las tropas de Rokossovski, al sur las de Konev. La mayor concentración de soldados, armamento y potencia de fuego se lanzará sobre Berlín: dos millones y medio de hombres, 6.250 tanques y más de 4.000 piezas de artillería -con 7 millones de bombas en reserva.

El fuego de la artillería prepara el camino para que los fusileros crucen el río y establezcan una cabeza de puente que permita a los zapadores crean los pontones por los que pasarán los tanques T-34.

Al retrasarse Zhukov en la toma Seelow tras cruzar el Oder, Stalin ordena al mariscal Konev el avance desde el sur para envolver Berlín. No solo pretende atacar la capital, persigue otro objetivo oculto: llegar a la Academia de Física Kaiser Guillermo, sede del programa nuclear germano, y recoger información, equipos y personal científico con el que reducir el retraso respecto del Proyecto Manhatan. Cuando lleguen apenas podrán aprovechar los materiales que trasladaron a la Unión Soviética, la mayoría de los científicos habían huido hacia las posiciones americanas y británicas.

El asalto final  a la capital del III Reich está contado con profusión de datos, testimonios de protagonistas -extraídos de documentos oficiales, partes de guerra, diarios y entrevistas- y  pulso narrativo propio de un novelista.

Los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial ofrecen aspectos y elementos de la política internacional que prefiguran el siguiente conflicto que se iniciará en 1947.Roosvelt, hasta el momento de su muerte, a principios de 1945, y su sucesor, Truman, optaban en ese momento por una política de amistad con Stalin, buscando la amistad y cediendo en algunas de las demandas soviéticas.  Solo Churchill era consciente del poder y el peligro que suponía la Unión Soviética, temía que continuara su avance por Europa si las tropas estadounidenses se retiraban,  consciente de que no habría manera de parar su empuje sin la ayuda americana.

Los alemanes, conscientes del terror y la destrucción que habían causado durante la ocupación de Polonia y Rusia, luchaban y resistían con ferocidad el avance soviético. Miles de soldados y civiles, perseguidos por el fuego de la aviación y la artillería enemigas, huían hacia el oeste con el fin de cruzar el Elba y rendirse a las tropas norteamericanas. El general Wenck comandó esta operación,  desobedeciendo las órdenes de Hitler de luchar hasta la muerte.

El 1 de mayo de 1945 las tropas soviéticas izaron la bandera roja sobre el Reichstag. Sin embargo, la guerra no había concluido,  se tardó unos días en controlar Berlín y unas semanas en conseguir la rendición del ejército alemán. Al sur los americanos llegaban a Baviera, al norte los británicos liberaban Dinamarca, al este del río Oder y su afluente Neisse, la Unión Soviética había ocupado Europa oriental y central. Alemania quedó partida, Prusia Oriental y su capital Konisberg  fue devastada por el fuego de la artillería y los bombardeos,  la población emigró hacia el oeste. El lugar en el que surgió el Estado alemán se convirtió en territorio polaco, igual sucedió con Pomerania y Silesia.